El Palacio de la Isla acoge hasta el viernes 15 de diciembre la exposición “Vestidos de anteayer”, organizada por el Ayuntamiento y la Asociación Cacereña de Folklore “El Redoble”, en la que se muestran 17 trajes de mujer y 6 de hombre, del siglo XVIII hasta principios del XX, que han sido utilizados y se siguen utilizando por este grupo que lleva el nombre de la ciudad, la cultura, el folklore y las tradiciones por todo el mundo.

La mayor parte del recorrido histórico lo ocupa el siglo XX, un siglo en el que la indumentaria tradicional, como en tantos otros, también fue de luces y sombras. Con su habitual rigor, “El Redoble” descubre en esta exposición caracteres esenciales y aspectos reveladores de cada época e incluso de las condiciones de vida de cada una de ellas a través de la indumentaria tradicional que nos muestra. Para empezar, nos enseña que las verdaderas diferencias no las establecen los territorios, los gustos personales o los modismos, sino los estratos sociales.

Posiblemente la indumentaria tradicional es la máxima expresión de la artesanía, dado que todas sus piezas se elaboran mediante técnicas y oficios artesanales. Pero además de ello, la indumentaria tradicional es fiel reflejo de los diferentes cambios y transformaciones por las sociedades. La indumentaria tradicional corresponde, por completo, al pasado y hace referencia a las formas de vestir de generaciones precedentes. Es un aspecto de la cultura material que se puede estudiar científicamente desde el punto de vista histórico, económico, sociológico e incluso artístico.

Las clases sociales más acomodadas han seguido en los últimos siglos las modas que se conocen como internacionales, fundamentalmente las marcadas por París en lo femenino y Londres en lo masculino. Las clases trabajadoras y menos pudientes han imitado esas modas de manera más o menos rezagada al estar condicionadas por el mayor o menor aislamiento de la tierra donde habitan, por sus posibilidades económicas, por las materias primas de producción local o comarcal, por la confección doméstica, etc.

En algunas zonas ese rezago ha llevado a la fosilización y fijación de formas arcaicas de vestimenta, las cuales han perdurado a lo largo de mucho tiempo como ocurre con los trajes tradicionales de Montehermoso.

En otras comarcas, por estar atravesadas por importantes vías de comunicación, próximas a grandes ciudades o dentro de rutas comerciales nacionales o internacionales, sus gentes han sido más permeables a las modas y han evolucionado en su indumentaria con mayor rapidez, acomodando los estilos y gustos del momento a las formas heredadas de su familia y de su clase social.

La indumentaria tradicional de una época determinada y en un determinado lugar está compuesta de formas anacrónicas a las que se les han ido superponiendo, paulatinamente, elementos modernos, en mayor o menor grado, dependiendo de muchos factores, hasta lograr cambiarlas totalmente. Por ello, las prendas del vestir popular y su uso no suelen reflejar modas o estilos puros, sino palpables hibridismos cambiantes.