Miguel Antonio Luceño Rubio ha sido nombrado hijo predilecto de la ciudad de Cáceres en un acto que se ha celebrado en el salón de plenos del consistorio, y en el que han estado presentes el alcalde Luis Salaya y miembros de la corporación; su esposa, hijos y nietas y nietos, que han destacado su aportación a la ciudad en distintos ámbitos, que ha continuado en el tiempo después a través de su alumnado.

Salaya ha señalado que “es un acto relevante. Es la decisión de que una persona pase a formar parte de la galería de personas que ha aportado mucho a esta ciudad, de mirarnos en su figura y reconocer y dar trascendencia a su vida y obra”.

Ha destacado su enorme aportación, “la aportación de un buen hombre, trabajador, sabio y un gran humanista que deja una huella en distintos ámbitos. Y que además tomó una gran decisión, el ejercicio del magisterio en un sentido amplio; el magisterio es la generosidad en sí misma, una decisión no solo de aportar mucho sino de ayudar además a que otros puedan desarrollarse y seguir ese camino”.

“La aportación de la Escuela de Magisterio es obvia en la ciudad, y en una ciudad como ésta mucho más que en otras, donde lo que se hizo y ha supuesto no solo la obra de escuela sino de quienes han salido de ella”, ha incidido, “la transformación de una ciudad a ser una capital cultura y de más desarrollo, la oferta cultural es un bien en sí mismo, y hace disfrutar más a los cacereños y cacereñas y tener una vida más plena aquí”.

“Esto lo tenía claro Luceño, en su obra y en lo más importante de su obra que son los alumnos y discípulos que han escogido su legado; y que a lo largo de la evolución de vuestras carreras ha permitido que su aportación no quedara solo en su vida sino que continuará mucho después”, ha destacado Salaya.  

En el acto ha participado su viuda Agustina Mardones; su hijo Agustín Luceño; sus nietas Irene, Patricia y Sofía, y sus amigos Teófilo González Porras y Rafaela Díaz Villalobos.

Su viuda ha agradecido este reconocimiento, y destacado su amor por la ciudad; por el magisterio y sus alumnos; por su calle, Camino Llano, y su barrio; y por la Virgen de la Montaña de la que fue hermano de carga.

Su hijo Agustín ha destacado que “fue pionero en muchas cosas, formó a muchas generaciones, y procuró durante toda su vida mejorar la ciudad educativa y culturalmente, pues pensaba que así mejoraría la ciudadanía en todos su aspectos. Fue vocal en el Tribunal de Menores como primer psicólogo de la provincia que fue, cofundador del centro Proa, y fue director y secretario de la Escuela de Magisterio. Y destaca el haber conseguido, junto a otros cacereños, que se crease la Universidad de Extremadura con dos semidistritos, luchó por ello en unas dificilísimas negociaciones”.

Destacó también como promotor de actividades culturales y autor de diferentes obras dedicadas a la difusión del pasado de cacereño. Entre sus obras destacan ‘Cáceres, el  susurro de las piedras’, ‘La Casa solitaria de los pilares cacereños y otros relatos’ y ‘La Cueva de la Becerra y otros relatos’.